lunes, 3 de febrero de 2014

Idealismo.




            Es el conjunto de filosofías que afirman que la realidad, o la realidad como podemos conocerlo, es fundamentalmente mental, mentalmente construida, o de otra manera inmaterial. Epistemológico, el idealismo se manifiesta como un escepticismo sobre la posibilidad de conocer algo independiente de la mente. En un sentido sociológico, el idealismo hace hincapié en lo humano ideas-especialmente las creencias y valores de la sociedad en forma. Como una doctrina ontológica, el idealismo va más allá, afirmando que todas las entidades están compuestas de la mente o espíritu. Tanto idealismo rechaza las teorías fisicistas y dualista que no atribuir prioridad a la mente.

Desarrollo histórico.

             El término “idealismo” fue utilizado por vez primera en el siglo XVII para caracterizar la filosofía platónica en cuanto ésta había establecido que la realidad consiste en Ideas, una tesis que trajo consigo el espiritualismo, o doctrina que sostiene la existencia de entidades simples, inmateriales y trascendentes como el alma, los ángeles y Dios.

           
                 Según el idealismo, lo que verdaderamente existe puede ser comprendido por el entendimiento, pero no percibido por los sentidos, pues es inmaterial. De esta manera se reduce la realidad a pensamiento, pero no a una clase de pensamiento que no fuera más que una representación subjetiva, sino a existencias reales, incorpóreas e invisibles, pero no ininteligibles.

                Esta  tendencia que en si se inicia en la primera mitad del siglo XIX y parte de los supuestos del racionalismo, conduciéndolos a una posición extrema: las cosas se identifican con las ideas, la realidad con el pensamiento y lo que es real con lo que es pensado. Recogen la filosofía crítica de Kant y la defensa de la razón, pero le dan un sentido distinto (idealismo metafísico). La razón es creadora, una actividad productora que se sitúa en el mundo y se manifiesta en él. El mundo y la historia son la expresión objetiva de esta razón creadora. Los idealistas establecen una relación entre razón y naturaleza considerando que la realidad es automanifestación de la razón infinita. El yo es el punto de partida de un proceso dinámico y, en este sentido, es una inteligencia supraindividual, actividad infinita.

 Clases de idealismo.

1. Idealismo Absoluto. Lo que la teoría de la ciencia pretende hacer es desarrollar el sistema de las formas necesarias de representar y conocer, queriendo ser así, una filosofía primera u ontología fundamental. A eso era lo que en definitiva quería llegar Kant, con su deducción trascendental de los conceptos puros del entendimiento.

            En cierta forma Fichte se ubica en ese punto del pensamiento de Kant, que de hecho quiere completar, "ya que a su juicio Kant se ha quedado a medio camino". Según Kant, Fichte, ha tomado las categorías de la experiencia, y que de ninguna manera podrá demostrar que dichas categorías forman "el sistema de las formas necesarias del obrar" y que son únicamente manera de inteligencia pura. Lo que expresa Fichte es algo exacto.

          En Fichte el espíritu lo es todo. Nos encontramos así con la premisa fundamental del idealismo absoluto, una definida filosofía del espíritu: "Lo absoluto es la idea universal y única que, juzgando y discerniendo, se especifica en el sistema de las ideas particulares". Idealismo Absoluto es pensar, ser y verdad, todo es parecido con el espíritu. En Hegel este idealismo es expuesto diciendo que todo proviene de la Idea y de su devenir.

 2. Idealismo Subjetivo. El punto de partida lo constituye el Idealismo de Kant; pero es el Kant de la Razón Práctica el que se revela a Fichte como el verdadero Kant. No le interesa a Fichte el ser y el cosmos, ya que Kant vio en el hombre el valor absoluto. El hombre lo es todo. El YO de Fichte es la fuente originaria de todo ser cósmico. El Idealismo de Kant era un idealismo crítico, para Fichte era trazar unas fronteras para el YO cognoscitivo y volitivo donde no hay límites; por esto llamamos subjetivo a este idealismo que reduce al sujeto todas y cada una de las cosas, que lo es todo.

            Kant vio en el hombre un valor absoluto, pero para él habría algo más que el hombre, ahora el hombre lo es todo. "El Yo de Fichte es la fuente originaria de todo el ser cósmico".

3. Idealismo Objetivo. Schelling descubre tras el ser, el espíritu, como auténtico ser y fuente del devenir. Pero siendo este espíritu independiente de nuestro "Yo". Es de esta forma que llegamos al idealismo objetivo, expuesto principalmente por Schelling.

            Schelling partió del yo infinito de Fichte y de la sustancia Spinociana para armonizarlos con su yo Absoluto, dando origen al principio de infinitud objetiva. La proposición de la cual parte toda ciencia es: "Yo soy yo". No hay sujeto sin objeto ni objeto sin sujeto y su enlace es la representación, pues el yo absoluto debe ser pensado. El papel principal de la filosofía es resolver el problema de la existencia del mundo, y este sólo se resuelve teniendo en cuenta la identidad entre sujeto y objeto cuya distinción debe trascender el absoluto.

4. Idealismo Trascendental. En el apriorismo de la forma vio Kant el carácter revolucionario de su filosofía. Hasta ahora se admitió que todo nuestro conocimiento tenía que regirse por los objetos; Kant invierte los términos estableciendo que los objetos se han de regir por nuestro conocimiento. Esto es lo que en Kant se conoce como su giro copernicano.

            Además de fundar la matemática como ciencia, la Estética trascendental tiene otra consecuencia importantísima para Kant: «hemos probado suficientemente que todo lo que es intuido en el espacio o en el tiempo, esto es, todos los objetos de una experiencia posible para nosotros, no es otra cosa que fenómenos, es decir, simples representaciones que (...) no tienen fuera de nuestro pensamiento existencia fundada en sí» (Cfr. Crítica del Juicio).

            Lo que quiere decir Kant es lo siguiente: sólo podemos conocer las cosas en la medida en que están sometidas a las formas de nuestra sensibilidad, y puesto que el espacio y el tiempo no son propiedades reales de las cosas sino algo puesto por el sujeto, es evidente que no podemos conocer jamás las cosas tal como son en sí mismas, sino sólo las cosas tal como nos aparecen. A lo que aparece al sujeto, Kant la llama "fenómeno", y a la cosa en sí, "noúmeno". Usando esta terminología, podemos resumir lo que venimos diciendo: no podemos conocer el noúmeno, sino sólo los fenómenos. Las cosas en sí, precisamente porque son en sí y no en nosotros, son incognoscibles.

            A esta doctrina, según la cual conocemos todos los fenómenos como simples representaciones y no como cosas en sí mismas, Kant le da el nombre de "idealismo trascendental".

 Precursores.        

          
              Immanuel Kant. Nació el 22 de abril de 1.724 en Königsberg (hoy, Kaliningrado, Rusia). Cursó estudios en el Collegium Fredericianum y en la Universidad de Königsberg. En la escuela estudió sobre todo a los clásicos y en la universidad, física y matemáticas. Se vio obligado a dejar sus estudios universitarios y ganarse la vida como tutor privado, en 1.755, y con la ayuda de un amigo, reanudó sus estudios y obtuvo su doctorado. 
            Pasó 15 años ejerciendo como profesor en la universidad y dando conferencias. Aunque estas conferencias y escritos durante este periodo le dieron reputación como filósofo original, no fue catedrático de la universidad hasta 1.770, cuando se le designó profesor de lógica y metafísica. Durante más de cuarenta años, se dedicó por entero a la actividad docente, a la investigación filosófica y a la redacción de sus obras, que marcaron un hito muy importante en el desarrollo de la historia de la filosofía. Fue un profesor querido por sus alumnos, a los que sabía estimular en sus deseos de saber y conocer más.

            Sus enseñanzas religiosas se basaban más en el racionalismo que en la revelación divina, y le crearon problemas con el gobierno de Prusia. En 1.792 Federico Guillermo II, le prohibió impartir clases o escribir sobre asuntos religiosos. Acató la orden durante cinco años, hasta la muerte del rey, y entonces se sintió liberado de su obligación. En 1.798, ya retirado de la docencia universitaria, publicó un epítome donde se contenía una expresión de sus ideas de materia religiosa.

            Está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la filosofía universal. Su filosofía se encuentra recogida en Crítica de la razón pura (1.781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Diferenciaba los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto. Denominadas analíticas porque la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las que no se puede llegar por análisis puro. Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas.

            En la Metafísica de la ética (1.797) expone su sistema ético, basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Sus ideas éticas son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica (1.788).

            En La paz perpetua (1.795) propone el establecimiento de una federación mundial de estados republicanos. Además escribió Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo (1.755), Prolegómenos a toda metafísica futura (1.783), Principios metafísicos de la filosofía natural (1.786), Crítica del juicio (1.790) y La religión dentro de los límites de la razón pura (1.793).

            La vida de Kant, hombre sedentario y metódico, estuvo marcada por una gran regularidad; fue la suya una existencia rutinaria, libre de acontecimientos especiales, que transcurrió siempre en su ciudad natal, sin viajar nunca a otros lugares o países. Desde muy joven, Kant se autoimpuso un programa diario de actividades que cumplía con tal precisión y método que los habitantes de Königsberg podían poner sus relojes en hora con solo fijarse en sus entradas y salidas. Tampoco se tiene constancia de amores: existe una carta de una joven, Maria Charlotte Jacobi, fechada en 1.762, en la que aparece una insinuación erótica, y hay también especulaciones sobre posibles visitas a un prostíbulo y sobre su supuesta homosexualidad.

            Immanuel Kant falleció, probable víctima del Alzheimer, el 12 de febrero de 1.804 en su casa, rodeado de amigos y discípulos. La universidad y toda la ciudad de Königsberg le enterraron con honores propios de un príncipe. creó toda una filosofía de la Historia. Herder fue discípulo de Kant, y en este se encuentran las ideas fundamentales de su doctrina. Kant expone sus ideas en un breve ensayo titulado «Ideas acerca de la historia universal desde el punto de vista universal». Según Kant, todas las acciones del hombre tienen un fin, por lo tanto las acciones de todos los hombres, la historia, también tiene un fin: conseguir la felicidad y la libertad racional. Pero ¿cuándo y cómo se alcanza ese fin. . Esto supone que el rumbo de la historia no depende de la voluntad de los hombres sino de la naturaleza creadora. El fin debía estar en una sociedad única, con un solo Estado y un una sola ley.

            Su Pensamiento.

            "nuestro conocimiento deriva en el espíritu de dos fuentes fundamentales: la primera es la receptividad de las impresiones; la segunda, la facultad de reconocer un objeto por medio de estas representaciones".

            El pensamiento, entonces, resulta de la conjunción de ambas facultades. Intuición y concepto conforman todos los elementos de nuestro conocimiento. La idea kantiana es la posibilidad de la existencia que determina el uso del entendimiento en el conjunto de la experiencia completa.

           
               Johann Gottfried von Herder. Nació el 25 de agosto de 1744 en Mohrungen (hoy Morag, Polonia). Y fallece el 18 de diciembre de 1803 en Weimar.

            Cursó estudios en la Universidad de Königsberg con el filósofo alemán Immanuel Kant.
Entre sus primeras obras se encuentran los Fragmentos acerca de la literatura alemana moderna (1766-1767), que preconizaba la emancipación de la literatura alemana de las influencias extranjeras. Los ensayos Sobre el estilo y el arte alemán (1773), escrito en colaboración con
Goethe, eran una apología a la literatura popular, a la poesía de Shakespeare y Homero y a desarrollar la idea concebida por Herder del Volksgeist ('carácter nacional'), expresada en la lengua y la literatura de una nación.

            La literatura española fue de su interés, realizó una versión del Cantar de mío Cid. En el año 1776, con apoyo de Goethe, obtiene un cargo gubernamental en Weimar. Allí realiza su obra más importante, los cuatro volúmenes del estudio Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791), donde intenta demostrar que la naturaleza y la historia humana obedecen las mismas leyes y que, con el tiempo, las fuerzas humanas antagónicas se reconciliarán. Aunque inacabado, este tratado encarna la mayoría de las ideas de Herder y ha quedado como su contribución más importante a la filosofía.

            Herder rompió con Goethe y con el clasicismo alemán, y tomó partido por una poesía de corte didáctico, como Cartas sobre el progreso del hombre (1793-1797).

        
              Johann Gottlieb Fichte. Filósofo y pedagogo alemán. Nació el 19 de mayo de 1762 en Rammenau, Sajonia (Alemania) y fallece en Berlín el 29 de enero de 1.814.

            Consiguió la cátedra de Filosofía en 1793 gracias a su obra, Ensayo de una crítica de toda revelación (1792), puesto que dejó en 1799 cuando fue despedido acusado de ateísmo.
Tras la invasión
Napoleónica en Alemania, escribe ensayos nacionalistas. Su sistema filosófico es una síntesis entre el monismo-naturalismo de la metafísica de Baruch Spinoza y el imperativo categórico de Immanuel Kant. Continuó escribiendo e impartiendo clases y en 1805 consiguió la cátedra de Filosofía de Erlangen. En 1810 comenzó a ejercer como el primer rector de la nueva Universidad de Berlín.

            Sus obras más destacadas son: Introducción a la vida feliz; La doctrina de las costumbres; Critica de toda revelación (1.792); Sobre el concepto de la teoría de la ciencia o de la llamada filosofía (1.794); El sistema de la moral según los principios de la teoría de la ciencia (1.798) y El destino del hombre (1.800).

       
         Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Filósofo alemán.  Nació el 27 de agosto de 1.770 en Stuttgart, hijo de un funcionario de la hacienda pública. Cursó estudios de los clásicos griegos y latinos en el gymnasium de Stuttgart. Su padre deseaba que se convirtiera en pastor protestante, por lo que ingresó en el seminario de la Universidad de Tubinga en 1.788 donde se hizo amigo del poeta Friedrich Hölderlin y del filósofo Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling.

            Fue preceptor en Berna (Suiza) en el año 1.793. Dos años más tarde falleció su padre, dejándole una herencia que le permitió abandonar su trabajo como tutor. En 1.801 entra en la Universidad de Jena. Allí concluyó La fenomenología del espíritu (1.807), uno de sus trabajos más importantes.

            Considerado como el último de los grandes metafísicos, Hegel realizó contribuciones fundamentales en una gran variedad de campos de la reflexión humana, que abarcan la filosofía de la historia, la estética y la ética social. En cuanto a la historia, sus dos categorías explicativas claves son la razón y la libertad. Entre las obras presentadas bajo el título genérico de Lecciones, se encuentran Filosofía de las Bellas Artes (1.835-1.838), Lecciones de la historia de la filosofía (1.833-1.836), Lecciones de filosofía de la religión (1.832) y Lecciones sobre la filosofía de la historia (1.837). Permaneció en Jena hasta octubre de 1806, cuando la ciudad fue ocupada por los franceses y se vio obligado a escapar.

            Cuando agotó los recursos de su herencia, trabajó como redactor en el periódico Bamberger Zeitung de Baviera, más adelante se trasladó a Nuremberg donde fue director de un gymnasium durante ocho años. Durante su estancia en Nuremberg, se casó con Marie von Tucher, de quien tuvo tres hijos: una niña, que murió al poco de nacer, y dos varones, Karl e Immanuel. Antes de su matrimonio, tuvo un hijo ilegítimo, Ludwig, que acabaría viviendo con ellos.

             Publicó después de siete años de trabajo Ciencia de la Lógica (1.812, 1.813, 1.816). En 1.816 ocupó la cátedra de Filosofía en la Universidad de Heidelberg y publicó sus pensamientos filosóficos en su obra Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1.817). En el año 1818 se trasladó a la Universidad de Berlín, donde permaneció hasta su muerte, el 14 de noviembre de 1.831 víctima de una epidemia de cólera.

            Su última obra publicada fue La filosofía del Derecho (1.821), aunque algunas notas de sus conferencias, junto con apuntes de sus alumnos, fueron también publicadas después de su muerte. Hegel elaboró una filosofía de la Historia que era en realidad la historia vuelta filosofía. Es decir, no sólo historia de los hechos, sino historia comprendida. Hegel elaboró una visión racional de la historia universal, situando en el centro el espíritu de los acontecimientos que hacen surgir los hechos. La historia universal es la exposición del espíritu y cómo el espíritu llega a saber de sí. Para Hegel el espíritu es el espíritu del pueblo. Hegel cree que la historia universal es el progreso de la conciencia de la Libertad, ya que el fin último es ser consciente de la Libertad, y ejercerla. En este proceso, el Estado es la representación que el pueblo da a sus aspiraciones y el que garantiza la Libertad. Sólo en el Estado el hombre tiene existencia racional. Por lo tanto, la historia es la historia del Estado. Para Hegel todo lo real es racional y todo lo racional real. Esta es la esencia del idealismo.

Características.

1. El principio de la «ideación» permite preguntar en todo lo que de algún modo es por su esencia como su «idea»; no sólo por la idea de las cosas en su orden objetivo y en sus referencias entre sí, sino también por la idea que ordena en cada caso las relaciones y la conducta del hombre (idea del derecho, del amor, del estado, del matrimonio, etc.), por la idea del hombre y de lo que en el tiempo acontece en él, con él y por él (la idea directriz de la historia), por la idea finalmente del todo y de lo sumo, del ser y de Dios mismo.

2. Si las ideas son las formas y relaciones fundamentales ordenadoras de los ámbitos de la realidad, ellas por su parte están en una mutua limitación y ordenación esclarecedoras, en un sistema «ontológico». A la sistemática ontológica corresponde, como su reproducción refleja, la sistemática lógica del pensamiento idealista; sistemática que se muestra como acción constructiva de la conciencia que comprende de hecho, que ha de conocer y regirse en su obrar y, por este conocimiento, construirse a sí misma y regirse en su obrar.

3. En la percepción de la diferencia entre la forma perfecta y la configuración finita, entre la medida y lo medido, entre el orden y lo ordenado, entre la idea absolutamente pura y su realidad imperfecta, se enciende el ethos idealista, que reconoce la idea conocida como el ideal que obliga, como «lo que debe ser», como el «valor», y se entrega a éste con todas sus fuerzas para realizarlo (i. práctico).

             En cuanto la idea pura es desde luego la medida y el principio de ordenación, el cual señala a lo real su lugar en el todo, pero ella mismo no puede hallarse en ningún lugar accesible a la experiencia inmediata, sino que «carece de lugar» en el tiempo y el espacio (y puede, por tanto, ser negada por desconocerse su modo de ser); en consecuencia el pensamiento idealista es en este sentido esencialmente «utópico»; y el hombre, que, saliéndose de la realidad inmediatamente experimentable (mundus sensibilis), asciende al mundo de sus fundamentos ideales (mundus intelligibilis), aparece para este pensamiento como «ser» necesariamente «utópico».

          La significación e importancia del pensamiento idealista radica en que: frente a todo, el irracionalismo, mantiene la inteligibilidad de la esencia de lo real; frente a todo, el relativismo, defiende la absoluta necesidad de un orden claramente cognoscible (en este sentido, todo pensamiento que reconoce normas y ordenaciones de derecho natural para la sociedad tiene su origen en la historia del i.); frente a todo positivismo analítico, conserva la fuerza para la visión sintética del todo, para el sentido del mundo y de la existencia humana; y, sobre todo, frente a cualquier ->pragmatismo, mantiene firme la conciencia de que la verdad del todo, el conocimiento de la esencia, la idea y el valor, no se reducen a puro medio para el dominio práctico de la existencia, en la lucha con lo real, sino que, más bien, es misión del hombre transcender lo particular y transcenderse a sí mismo hacia lo absoluto, pues sólo en esta transcendencia conserva él su dignidad y puede tener esperanza de hallar su propia consumación.

              La tentación del pensamiento idealista consiste en querer comprender también, en forma idealizante, lo que no puede en absoluto ser idea: el misterio absoluto e incomprensible del fundamento al que el hombre está esencialmente referido por su origen y destino, referencia en que él mismo permanece misterio y, como tal, incomprensible. Su tentación es además presuponer el orden entero de la esencia, que abarca y mide todo lo particular, y presuponerlo como comprensible en cuanto totalidad envolvente, y así, mirando sólo a ese orden, pero «ciego» a menudo para la realidad, querer concluir a la fuerza un «sistema cerrado» de lo que, de suyo, no puede concluirse ni forzarse. Pero el verdadero límite del pensamiento idealista se percibe al tomar en serio la historia.

               En efecto, si la historia no puede entenderse ni como la realización meramente accidental, jamás acabada, de lo que permanece siempre lo mismo, del eterno orden ideal, ni como el movimiento real y necesario por el que una idea absoluta se desarrolla y comprende a sí misma, sino que ha de entenderse como el acontecer, oscuro en su principio y abierto e indeterminado en su futuro, de la libertad humana en su mundo; en tal caso la historia es el constante cambio y la configuración siempre nueva del hombre y de su mundo, e incluso del orden mismo de los entes en un todo, que presenta en cada caso una faz distinta.

               Ahora bien, ese proceso nunca puede encerrarse en un concepto. Y, por eso, aquí se plantea la cuestión de cómo sea posible pensar esta historia del hombre y de su mundo sin disolver en la relatividad histórica la obligatoriedad de un orden que cambia en cada época (-a historicismo); la cuestión de cómo la exigencia incondicional de lo esencial, de la idea, del orden, de la medida para cada tiempo pueda conciliarse con la visión del cambio del orden esencial mismo (tanto de las cosas como del hombre) en lo relativo al mundo y a la historia.

 Fuentes Consultadas.

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